El miedo

Una emoción básica o biológicamente universal del ser humano. Primaria, sin juzgar la fisiología o su bioquímica.

Sentir miedo. Nada ha sido más útil que sentir miedo para llegar hasta hoy. El miedo nos protege, nos advierte, nos hace huir del peligro y nos permite sobrevivir. También nos hace valientes, nos pone retos, nos fuerza a mejorar, nos hace construir herramientas, cobertizos y atajos. Nos une a los que sienten el mismo miedo. Nos hace vulnerables ante las adversidades, ante la incertidumbre, ante el futuro y ante los que saben jugar con él… porque mientras el peligro y el riesgo son criterios objetivos, el miedo acaba siendo siempre una elección… aquella que se toma antes de que nuestro cerebro es consciente de que se ha tomado.

Sentir miedo. De vivir, de querer o de quererse, de quedar o de quedarse, de proyectar o de seguir discutiendo. Por eso afecta más cuanto más se aferra, cuanto más grande es, menos se ve. Lo más peligroso es que se quede a vivir, que se instale.

El miedo, desde el punto de vista psicológico, es un estado afectivo, emocional, necesario para la correcta adaptación del organismo al medio, que provoca temor, recelo, aprensión, canguelo, espanto, pavor, terror, horror, fobia, susto, alarma, peligro, pánico, angustia, ansiedad… en una persona. No hay que sentir miedo sin que parezca existir un motivo claro.

El miedo es el más ignorante, injurioso y cruel de los consejeros.

El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son.

El miedo es natural en el prudente y el saberlo vencer es ser valiente, su propósito es mejorar tu conciencia pero no detener tu progreso. Los valientes también temen, pero siguen avanzando. El valor no es la ausencia de miedo, más bien es la opinión de que otra cosa es mucho más importante que el miedo.

El miedo sólo sirve para perderlo todo.

Cuando dices sí a tus sueños, dices no a tus miedos. No dejéis que el miedo os paralice. Cuidado con el miedo, le encanta robar sueños…