Texto dedicado a mi
tía-abuela, Vale, fallecida el 17 de octubre de 2013, sobrepasados los 85 años.
Siempre aflorará en mí, en algún preciso instante de mi vida, tu imagen, esa
imagen de muchas Navidades atrás. En la Mama también.
La concepción de la muerte
es como un fin o como un tránsito de la vida, un evento que se obtiene como
resultado de la incapacidad orgánica de sostener la vida (la llamada
homeostasis en términos técnicos). Científicamente, definida de tantas formas
diferentes… es el cese de la actividad cardíaca o pulso, es la ausencia de
reflejos, la desaparición de la respiración visible, la falta de actividad (bioeléctrica,
en este caso) en el cerebro. Es lo puesto a nacimiento.
La muerte es algo de lo
que nadie puede escapar, sigue a la vida con tanta seguridad como la noche
sigue al día.
La muerte hace espacio para la renovación y la regeneración.
La muerte junto con la vida es lo único que une a la raza, no discrimina, nos
despoja de todo: fama, riqueza, poder, etc… son todos inútiles.
Pocos nos preparamos para
la certeza de la muerte, ¿qué es?, ¿qué pasa?, ¿es algo a temer, algo terrible?, ¿es
hueca y vacía?, ¿un proceso hacia la nada?, ¿una puerta?, ¿una transformación?,
¿un fin?, ¿otra fase?.. hay tantas preguntas…
Vale,
tú moriste bien porque viviste bien, fiel a tus convicciones, trabajando por y para llevar felicidad a los demás, la muerte es tu
placentero descanso, es tu sueño bien ganado después de una vida de agradable
ejercicio.
* * * * * * * * * * * *
El cuerpo humano consta de un montón de células
individualizadas y la vida es la fuerza inherente que armoniza el infinitamente
complejo funcionamiento de este arrebatador número de células. A cada momento,
enormes cantidades de estas células mueren y son reemplazadas por el nacimiento
de otras. A este nivel, cada uno de nosotros está experimentando día a día los
ciclos de nacimiento y muerte. Ella no nos es extraña.
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